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RITMO 0

Hace calor y el sol resplandece como si solo hubiese salido para presenciar este acontecimiento. Se abren las puertas y entran cinco gladiadores, altos y fuertes, aunque magullados y con signos de desnutrición. Al fondo, tres grandes osos y un único objetivo, ser el último superviviente. Estamos en Roma, en el siglo I d.C.

Coliseo romano

Suena por la megafonía una voz agresiva y excitada, feliz como ninguna otra "Ratatatata la vida puede ser maravillosa". Un Andrés Montes (1955-2009) deja aflorar su tensión después de un gran triple de Juan Carlos Navarro, y transmite esta misma sensación a los telespectadores que, sentados desde su casa, observan el partido desde las pantallas de sus televisiones.

Volvemos a Roma, donde el César, ante cerca de 50.000 espectadores, manda cortar la cabeza al último gladiador en pie. No ha sido una buena lucha y, a pesar de haber derrotado a su último adversario, el público no ha acabado satisfecho y clama por más sangre.

Marina Abramovic – An interview with

Nápoles, Studio Morra, una jovencísima Marina Abramovic (1946) que, en el año 1974, presta su cuerpo durante seis horas, inmóvil, a una multitud de personas, dejando en un extremo de la sala una mesa con 72 objetos de diferentes características, desde una rosa, hasta agujas o incluso una pistola. La situación se vuelve insostenible, sufriendo pinchazos en el vientre y vejaciones de todo tipo, desde desnudarla hasta apuntarle en la cabeza con la pistola.

Todos estos actos descritos mantienen la predisposición de las distintas sociedades ante una serie de acontecimientos que se brindan a estos por parte de alguien. Guy Debord (1931-1994) dice: "El mundo se divide entre una minoría perversa que lo domina a través de la desinformación y los ingenuos que la aceptan", y esto queda patente en los ejemplos anteriores.

Una sociedad que encuentra un entretenimiento en la lucha y muerte de los que los gobernantes han dicho que son diferentes, gastan su tiempo en ir a animar al más fiero de todos para que le arranque los ojos al pobre moribundo que hay tirado en el suelo, sin avisarle que por detrás se acerca el gladiador más pequeño y escurridizo del coliseo, que ha conseguido zafarse de las arremetidas de sus contrincantes y se ha escondido detrás de una piedra fuera del campo de visión de sus enemigos y del César.

La voz de un comentarista de deportes que marcó una época, narrando fútbol y baloncesto con frases memorables y que conseguía reunir las más altas cuotas de audiencia para su canal, mientras, en los colegios, los niños imitaban su estilo de narración y sus cánticos.

Una actriz de performance que expone su bienestar físico dejándole al espectador toda la responsabilidad sobre lo que pueda pasar en esa actuación, sin guion ni pautas, solo generándole una incertidumbre y dándole la opción que mejor se adapte a su carácter.

Es lícito afirmar, por tanto, la presencia de espectadores activos y pasivos, directos o indirectos, que mantiene un interés en común y que marchan al ritmo que la cumbre social les manda.

El César acabó ovacionado tras la decapitación pública del gladiador vencedor de la contienda.

España ganó ese partido. Andrés Montes nos dejó, pero sus frases perduran y se mantendrán en el tiempo y en el mundo del deporte.

Marina aguantó las seis horas. Al finalizar el tiempo, caminó hacia los espectadores que, viendo que se cambiaban las tornas del poder, huyeron despavoridos.

Esto es lo que conocemos y se conoció como espectáculo, la sociedad del espectáculo.


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